El vínculo materno/paterno-filial es la relación emocional y afectiva que se establece entre una madre/padre y su hijo desde el embarazo. Independientemente de si es mamá o papá, ya que este, puede hablarle y acariciar la tripa durante este periodo. Este vínculo es crucial para el desarrollo físico, psicológico y social del niño.
Relación caracterizada por el afecto, la protección, el cuidado y la comunicación, y es fundamental para el bienestar del bebé y su crecimiento emocional.
Algunos aspectos clave del vínculo materno-filial son:
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Cuidado físico: Mamá, papá o el cuidador principal, es quien suele proporcionar las necesidades básicas, como alimentación, higiene y protección.
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Seguridad emocional: El bebé, al sentir el contacto y la cercanía de su madre, desarrolla un sentimiento de seguridad y confianza. Esto ayuda al niño a formar una base de confianza que influirá en sus futuras relaciones.
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Desarrollo emocional y social: Un vínculo fuerte y positivo permite al bebé aprender a reconocer y gestionar sus emociones. También ayuda en la socialización, ya que el niño aprende a interactuar con los demás a partir de su relación con la madre.
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Apego: La calidad del apego que se desarrolla entre madre/padre e hijo puede ser segura o insegura, y esto influirá en el comportamiento del niño a lo largo de su vida. Un apego seguro genera confianza y autonomía, mientras que un apego inseguro puede generar ansiedad o inseguridad.
Este vínculo es bidireccional, es decir, tanto la madre/padre como el niño se ven influenciados y beneficiados por la relación. Además, se ha demostrado que el contacto físico (como el piel con piel al nacer) y la interacción sensible y afectuosa son importantes para fortalecerlo.
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